El término “última milla” empezó a sonar por todas partes en los últimos años, sobre todo después de la pandemia y con el auge creciente del comercio electrónico. Sin embargo, el proceso que da inicio a toda la cadena de suministro es muchas veces dejado de lado y hoy queremos hablarte de la otra mitad de la ecuación: la primera milla.
Es claro que la tecnología y las nuevas formas de consumir dieron gran impulso e importancia a la última milla, es decir, el tramo final del envío hacia el consumidor final. Pero no debemos olvidarnos del primer eslabón de la cadena de suministro, la primera milla.
Una vez que los paquetes llegan a los depósitos, tiene lugar el proceso de control de inventario, empaquetado, armado de rutas y despacho de productos.
Teniendo en cuenta a la primera milla como participante activo y principal del proceso, si lo que se desea es que los envíos lleguen al cliente de forma rápida y óptima para asegurar su satisfacción, debe cuidarse cada detalle en todas las etapas.
La automatización de procesos es clave. Contar con software que permita administrar el bodegaje, el inventario y los despachos se hace tan imprescindible como lo es un operador logístico que realice los envíos en tiempo y forma.
Si estos factores operan de forma correcta, se obtiene una mayor eficiencia en los tiempos de carga y descarga de los camiones para la última etapa del suministro.
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El éxito en el proceso de entrega de primera milla influye en el éxito del proceso de entrega de última milla. Ambos impactan significativamente en la experiencia del cliente. Por ello, es lógico promover una sólida relación entre el fabricante, los centros de distribución y los proveedores de logística para brindar satisfacción al cliente tanto en las entregas de primera como de última milla.